Por Cecilia Molina de Enfoque.ar - Otra Mirada

Diagnóstico que revierte el rumbo

Le encontraron un enorme tumor y en 2022 le tuvieron que realizar una peligrosa intervención. A modo de rehabilitación empezó a nadar y este deporte le devolvió la libertad y las ganas de salir adelante. Ha pasado por muchos momentos duros en su vida. Y ha salido fortalecida. Sin embargo, después de haber perdido embarazos y un bebé a pocos días de haber nacido, contra todo pronóstico, Isolina logró cumplir el sueño de tener su segunda hija, Helena, en medio de la pandemia por COVID-19.

Pero la prueba de vida no quedaría allí. Un día, jugando con su hija, percibió un bulto en la cadera. Lo tocó y sintió un dolor agudo. Después de la visita al médico, una resonancia magnética reveló el tamaño de su desgracia: el informe decía osteosarcoma, un tipo de cáncer que se origina en los huesos. Enfrentando los fuertes dolores, por delante quedaba una cirugía compleja que duró 16 horas.

Un salvavidas: la natación

A pesar de la intervención quirúrgica y la rehabilitación, la vida de Isolina debía comenzar a activarse. Su médico le sugirió empezar a moverse y que lo intentara mediante la natación. Allí es donde encontró una vía para reconstruirse y seguir adelante. Su primer desafío: nadar en aguas abiertas en Tucumán y otras provincias, desafiándose a sí misma con cada brazada.

Pero ahora llega otro reto por conquistar: nadar en mar abierto. Y como prueba de fuego, este pasado viernes 7 de febrero, enfrentó un mar picado que quiso detenerla, pero no pudo hacerlo. Con el apoyo del equipo de nadadores y guardavidas, se lanzó al mar y logró lo que tanto anhelaba: conquistar las olas y demostrar que los límites solo están en la mente. “Este es solo el comienzo”, dice con una sonrisa. Su historia es un mensaje poderoso de superación, no solo para ella y su familia, sino para toda una comunidad que aún tiene mucho por aprender sobre inclusión y resiliencia.

Políticas de inclusión

Tras la prueba superada, y las ansias de lanzarse nuevamente al mar esperando que en la próxima sea más amigable, se reunió con el Intendente Municipal, Lic. Juan Manuel Ibarguren, quien se acercó a saludarla y felicitarla por su coraje. Sin perder la oportunidad, Isolina aprovechó a presentar la situación que atraviesan constantemente los discapacitados por las faltas de políticas públicas empáticas. Falta de rampas y accesibilidad en varios puntos de la playa no deberían faltar, al igual que el cumplimiento de veredas y respeto de lugares de estacionamiento, entre otras medidas. “Nos falta mucho como sociedad para ser realmente inclusivos. No es solo cuestión de infraestructura, sino de empatía. Que alguien te vea y se ofrezca a ayudar sin que lo tengas que pedir es algo que todavía nos cuesta”, reflexiona.

Prueba vida de fe, perseverancia y esperanza

La historia de Isolina Maisano es un ejemplo vivo de que la fe, la determinación y la voluntad de superar las pruebas pueden llevarnos más allá de cualquier límite. Su vida nos recuerda las palabras de Filipenses 4:13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". A pesar de los desafíos que enfrentó—el dolor, la enfermedad, las pérdidas y la lucha constante—nunca se rindió. Eligió avanzar con valentía, confiando en que cada paso dado la acercaría a sus sueños.

En un mundo donde muchas veces nos detenemos ante la primera dificultad, Isolina nos desafía a creer en lo imposible, a levantarnos aún en medio de la tormenta y a mirar hacia adelante con esperanza. Su historia no solo es un triunfo personal, sino un mensaje poderoso para toda la comunidad: el verdadero límite es el que ponemos en nuestro corazón.

Desde Enfoque.ar – Otra Mirada, felicitamos a Isolina por su esfuerzo, por su valentía y por ser un faro de inspiración para todos. Que su testimonio nos motive a ser una sociedad más empática, inclusiva y solidaria, donde el amor y la perseverancia nos guíen siempre. ¡Que Dios siga bendiciendo su vida y sus sueños!