Uno ataca. El otro responde. Entonces el primero contraresponde. Y el segundo replica otra vez. Es como el cuento de nunca acabar. Pero con muerte, destrucción, dolor y sangre como común denominador. Medio Oriente suele ser un escenario permanente de conflictos de todo tipo. Pero que en los últimos tiempos eso se volvió aún más violento. El ataque que en la madrugada del sábado 13 al domingo 14 de abril lanzó Irán -por primera vez en la Historia- sobre territorio de Israel y la posibilidad de una respuesta letal ponen en alerta el Mundo y azuzan el fantasma de una Tercera Guerra Mundial, sobre todo teniendo en cuenta las potencias militares en pugna y los apoyos y alineamientos internacionales en uno u otro bando. Aun así, las principales potencias del planeta le están pidiendo a Israel -incluso sus principales aliados, EE.UU. y la Unión Europea- que no responda al ataque iraní porque eso desatará una escalada mucho más grave y abrirá una nueva "Caja de Pandora" muy peligrosa que nadie sabe dónde puede terminar. Sin embargo, dentro del gobierno de Benjamín Netanyahu los sectores más duros pugnan por una réplica feroz contra Irán para que cunda un escarmiento.
Vale decir que el ataque iraní llegó después del bombardeo israelí -el 1 de abril- a su Embajada en Damasco (Siria), donde murieron 16 personas (8 iraníes, 5 sirios y 1 libanés, todos "combatientes" y una mujer con su hijo). Entre las víctimas fatales había varios altos oficiales de los "Guardianes de la Revolución", el ejército ideológico de la República Islámica. Y un hombre clave: el general Mohamed Reza Zahedi, el alto mando que coordinaba el vínculo entre Irán y el Hezbollah. Frente a eso, las máximas autoridades persas prometieron venganza. Y eso llegó en la noche del sábado con más de 330 proyectiles que partieron desde Irán -180 drones con explosivos, 120 misiles balísticos y 30 misiles cruceros- que fueron interceptados en un 99% por la "Cúpula de Hierro" (el eficaz sistema de defensa con misiles que tiene Israel) y por el accionar de los aliados, en especial, EE.UU., Reino Unido, Francia y Jordania. Esos mismos países, como muchos otros y organizaciones internacionales que los agrupa, vienen pidiendo al gobierno israelí que no se precipite con una réplica muy violenta a los bombardeos fallidos de Irán.
Uno de los misiles iraníes que cayó en territorio israelí en el ataque del fin de semana.
Como si todo eso fuera poco, aparecen las injerencias y alineamientos internacionales. Por un lado el apoyo a Israel de Estados Unidos y las potencias occidentales, además de algunas asiáticas (a las que hay que sumar algunas alianzas tejidas con ciertos países árabes enfrentados con los persas), y, del otro, los que mantienen vínculos con Irán (Corea del Norte, Rusia y, en menor medida, China). Si bien de ambas trincheras han intentado que los países beligerantes desescalen el conflicto, las retóricas discursivas y la sed de venganza fomentadas por los sectores más ultras de ambas naciones parecen atentar con ese anhelo de que las cosas no se agraven aún más. La amenaza de un conflicto mucho más extendido crece. Y agita al peor de los fantasmas: la Tercera Guerra Mundial.